20/7/09

Antonio José Trigo o el testimonio de los reflejos

Como una conjunción de la luz y de los reflejos que el recuerdo más depurado manifiesta, surge la desnudez de “Rapsodia de lo oscuro ofreciente”, del poeta sevillano Antonio José Trigo, publicado en la colección de libros de poesía “Aquilea”, dirigida por Rafael Alcalá.

Conformado por 16 fragmentos, el libro se estructura a imagen de los filósofos materialistas de la antigüedad, convencidos de la existencia objetiva del mundo material y que buscaron con ahínco el elemento inicial o materia primaria que diera origen a toda la variedad de objetos del mundo.

Antonio José Trigo identifica con la misma integridad de la Grecia de Demócrito esa materia primaria con fenómenos concretos de la Naturaleza.

Así podemos leer en el sexto fragmento: “Retomas para abrevar el fuego, el aire; / para devolver a la tierra, el agua, / el espacio desplazado del fondo de la noche / donde el esqueleto de mi voz descansa”, actitud ésta que viene reforzada por la transposición de planos y, con una técnica metafórica ciertamente acertada como la humanización y dinamificación de los elementos de la naturaleza. Cabe preguntarse cuál es ese elemento conductor. El autor, en gran medida ofrece la respuesta de forma transparente, “En este estar sin ser”. El tema es la desnudez, la desnudez de las corrientes de agua, la temporalidad que se traslada al fluir continuo de imágenes oscuras a través del espejo, la pauta será la luz, la luz que se hace mirada y testigo del deseo o de los reflejos del deseo, e incluso yo diría que la obsesión no es sino la desnudez de todas las luces.

Un vuelo de pájaros es una secuencia lingüística de espacios muy determinados y determinantes; es la huída que provoca la agonía. Por ello es preciso fundirse en los del tiempo, un tiempo un tanto falseado; no es la musicalidad de los fragmentos lo que se persigue, sino la coincidencia pictórica de una realidad fugitiva. En ese supuesto juego de voces, hemos de situar “Rapsodia de lo oscuro ofreciente”, si bien el propósito podría ser la música transformada en pájaro, asediar la duda por preferir la condena, culminar desde la languidez de un tiempo débil el sueño de un surrealismo consciente.

De cualquier forma, sí se da ese ritmo conscientemente marcado que se corresponde con una adjetivación resplandeciente y la recreación verbal en sus formas más aceleradas. La naturalidad, y especialmente la honestidad del discurso poético de Antonio José Trigo ofrece una amplia gama de posibilidades a la hora de la lectura. Una fugaz reflexión por parte del lector frente a la pluralidad, propone que verifiquemos que el mundo es siempre el mismo, y que lo que es plural es su interpretación. Antonio José Trigo, no cabe la menor duda, es singular en tanto en cuanto cumple el propósito de aportar su propia interpretación, y es plural, porque como sugiere Víctor Sklovski, está dispuesto a penetrar por nuevos caminos, por nuevas contradicciones, por tensar “la cuerda del Arco”.


Alberto Torés García

(Reseña sobre mi libro “Rapsodia de lo oscuro ofreciente”, publicada en La Gaceta, Málaga, 9-junio-1989, pág. 16)