7/12/08

Antecedentes

orfeoyeuridice

Periódicos y revistas donde he colaborado:

- “Diario Córdoba” (Córdoba, España)
- “El Correo de Andalucía” (Sevilla, España)
- “El Mundo” (Madrid, España)
- "Ideal" (Granada, España)
- “Punto y Aparte” (México DF)
- “Revista Hispanoamericana” (Cali, Colombia)
- “La Cultura nel Mondo” (Roma, Italia)
- “Empireuma” (Orihuela, Alicante, España)
- “Kanora” (Calarcá Quindío, Colombia)
- "La Carpa" (México D.F.)
- “El Caracol Marino” (Xalapa, Veracruz, México)
- “Cascadas de Polvo” (Caicedonia Valle, Colombia)
- “Ritmo de Viento” (Utrera, Sevilla)
- “Aleph” (Manizales, Colombia)
- “Resto do Mundo” (Fortaleza CE, brasil)
- “International Poetry Letter” (Buenos Aires, Argentina)
- “El Parnaso” (Málaga, España)
- "Palimpsesto" (Carmona-Sevilla, España)
- "Prisma" (Bogotá, Colombia)
- "Escritos", revista de la Escuela de Educación y Humanidades de la Universidad Pontificia Bolivariana (Medellín, Colombia)
- "Norte. Revista Hispano-Americana" (México D.F.)
- "Imagen" (Caracas, Venezuela)
- "Común Presencia" (Bogotá, Colombia)
- "Sirgo" (Coimbra, Portugal)
- "8 Columnas" (Toluca, México)
- "El Hipocampo" (Sevilla, España)
- "Prometeo" (Medellín, Colombia)
- "Handschar" (Lugo y Ponteceso-A Coruña, España)


Actividades:

- Aula de Poesía Loreña. "Poemas de Juan Cervera", Salón de Actos de la Biblioteca Pública Municipal, Lora del Río, 13-febrero-1987, organizado conjuntamente por la Obra Cultural del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Sevilla y la Agrupación Cultural Amigos de Lora (ACAL).
- III Feria del Libro. Aula de Poesía Loreña. Presentación del libro “Tiempo de Lora” de Juan Cervera (nº 8 de la colección Aceña de Poesía). Biblioteca Pública Municipal de Lora del Río (Sevilla), 1989.
- Ciclo de lecturas “Poéticas del Sur”. Lectura de poemas en la Casa de la Cultura de Tomares (Sevilla), miércoles 19-junio-1991.
- Lectura de poemas, en La Alcaicería, una tertulia de poesía organizada por la asociación cultural El Ermitaño, El Puerto de Santa-María (Cádiz), 6-agosto-1992.
- Conferencias bajo el título “Por qué huelen las calles a pasillo universitario? La juventud no es una especie biológica” (jueves 7-noviembre-1996), y “ONGs, las charadas ideológicas de la cooperación y la solidaridad” (8-noviembre-1996), en el Salón de Actos del Pabellón de Uruguay, Sevilla.


Única distinción (y definitivamente última, porque aunque tuve la debilidad de participar en un par de concursos más, pronto elegí no caer en tan ubérrima tentación):

- 2º Premio del Certamen Literario de los II Juegos Florales de Cazalla de la Sierra (Sevilla), junio 1977.


Libros y cuadernos publicados:

- “Alrededor de una lágrima” (poesía), editado por D.C. de México, 1981.
- “La Huella de la Serpiente” (poesía), Colección Aceña de Poesía, Lora del Río (Sevilla), 1981.
- "La Piedra y el Bosque de su Efigie" (poesía), nº 3 de la Colección de Poesía Azahar, Lora del Río, SEvilla, 1986.
- “Rapsodia de lo oscuro ofreciente” (poesía), Colección Aquilea de Poesía, Málaga, 1989.
- “Otra manera de reír” (poesía), Suplemento antológico de Poesía Torre Tavira, Cádiz, 1989.
- “Estancia de los detenimientos” (poesía), Editorial Playor, Madrid 1990.
- “La poesía fue una vez una realidad sin nombre, ahora es un nombre sin realidad” (ensayo), Ediciones Volatinero, Sevilla, 1991.
- “El poema está en las palabras, sólo hay que sacar lo que sobra” (ensayo), Colección Abolays, Sevilla, 1992.
- “Señales en la hoguera” (poesía), en la colección de La Hoja Murmurante, separata de Arte Libertario, nº 80, Editorial La Tinta del Alcatraz, Toluca de Lerdo, Estado de México, 1992.
- “La Sociedad Posmoderna” (ensayos), Editorial Claves Latinoamericanas / Instituto Politécnico Nacional, México, 1992 (220 págs.)
- “Chechenia. Guía histórica y política” (ensayo) en Los Cuadernos del Aljarafe, Granada 1995 ( 52 págs.)
- “Carta a un joven universitario” (ensayo), en Los Cuadernos del Alajarafe, Sevilla, 1996 (20 págs.)
- “La libertad es existencia (A Propósito de cómo ser-en-comunidad)”, en Islam: un Clima Nuevo, Sevilla, 1996 (15 págs.)
- “Desde la Alcazaba (Indicaciones políticas para que la comunidad alcance su liderazgo)” (ensayo), Ediciones Kalima, Sevilla, 1999 (167 págs.).
- “Reclamos y presencias del advirtiente” (poesía), Ediciones Vitruvio, Madrid, 1999.


Otros libros:

- “Testimonios (Antología de sonetos de Juan Cervera, 1957-1986)”, editado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), México, 1986.


Antología:

- "El Mamífero Hipócrita XI. Los símbolos de la devoración. Símbolos del hambre, de la sed, de la sangre y de la herida" (Novena Parte), selección de Fredo Arias de la Canal, en NORTE, Revista Hispano-Americana, Cuarta Época, nº 361, Mayo-Junio de 1991.


Mis traducciones:

- Cuatro poemas de “Regreso à fonte” de Casimiro de Brito, en Luna Llena, nº 2, otoño-invierno 1991, Rivas-Vaciamadrid (Madrid).
- "Casimiro de Brito: la poesía como ejercicio espiritual", artículo escrito por el poeta portugués Vergìlio Alberto Vieira.
- "José Santiago Naud y las leyes esenciales de la poesía", artículo escrito por el poeta brasileño Floriano Martins.
- “Vergilio Alberto Vieira: La poesía como ejercicio espiritual”, publicado en La Cuerda del Arco, Sevilla, mayo 1991.
- “Albano Martins: la poesía al nivel de la palabra”, entrevista dirigida y traducida por mí, publicada en La Cuerda del Arco, Sevilla, mayo 1991.
- “La poesía al pie del milenio” (fragmentos), de Casimiro de Brito, en Común Presencia, nº 8-9, 1993, Bogotá (Colombia).
- “Enrique Molina y el invulnerable mito de la Poesía”, de Floriano Martins, publicado en Punto Seguido, nº 32, Medellín (Colombia), diciembre 1993.
- Siete fragmentos de “Opus Affettuoso” seguidos de “Ultima Nupcia”, de Casimiro de Brito (no publicados).


Mis artículos, ensayos y reseñas en revistas y en diarios:

- “La Fidelidad del Amor (sobre el libro “Visión de la Ebriedad” de Juan Cervera), en el diario ovaciones, 2ª ed., México DF, 21-junio-1984; y en el suplemento cultural Enfoques, nº 29, de Gráfico de Xalapa, Veracruz (México), junio. 1984.
- “La fragancia del fervor; a propósito de la poesía de Juan Cervera”, en la revista Empireuma, nº 12, Orihuela (Alicante), abril, 1988.
- “Mayo del 68: la esperanza en el desierto”, en diario Córdoba, Córdoba, lunes 23-mayo-1988.
- “El hombre moderno: esclavo del síndrome bancario”, en diario Córdoba, Córdoba, domingo 13-junio.1988.
- “Mandela versus Coca-Cola”, en diario Córdoba, lunes 20-junio-1988.
- “Noviazgo electoral”, en diario Córdoba, Córdoba, domingo 3-julio-1988.
- “Una emigración hacia el bosque” (sobre el libro “El bosque insobornable” de Francisco Serradilla), en diario Córdoba, Córdoba, jueves 7-julio-1988.
- “El hombre reivindicativo”, en diario Córdoba, Córdoba, martes 12- julio-1988.
- “La escritura de José Kozer, un poeta cubano traducido a cuatro idiomas”, en diario Córdoba, Córdoba, viernes 5- agosto-1988.
- “La construcción de un espacio poético en Sevilla” (2 partes), en El Correo de Andalucía, 26-septiembre-1988.
- “A Propósito de la costumbre y la tradición”, en la revista Hispanoamericana, nº 6, Cali (Colombia), octubre de 1988.
- “El turismo o la huída en el artificio”, en diario Córdoba, Córdoba, jueves 13-octubre-1988.
- “Basallote y su memoria del tiempo primero”, en Cuadernos del Sur, del diario Córdoba, 27-octubre-1988.
- “La trama social del miedo”, en diario Córdoba, Córdoba, viernes 11-noviembre-1988.
- “El diseño: cultura del objeto”, en diario Córdoba, Córdoba, jueves 24-noviembre 1988.
- “A escritura de José Kozer, um poeta traducido a quatro idiomas”, (entrevista), en la revista Resto do Mundo, nº 14, Fortaleza CE (Brasil), noviembre de 1988.
- “La Televisión; un plebiscito cotidiano”, en diario Córdoba, Córdoba, lunes 19-diciembre- 1988.
- “Portugal padece de ataraxia cultural” (entrevista con el poeta portugués Vergilio Alberto Vieira), en Correio do Minho, Braga (Portugal, 26- enero-1989.
- “El poeta y su entorno. Juan de Rosas Palacio, un humanista inédito”, en Diario Córdoba, Córdoba, domingo 8-enero.1989.
- “Ficción y leyenda en María Victoria Reyzábal”, en diario Córdoba, Córdoba, jueves 27-abril-1989.
- “El círculo era una elipse”, en La Cultura nel Mondo”, nº 2, año XLIII, abril-junio 1989, Roma (Italia).
- “La poesía: historia de una inseguridad”, en Empireuma, nº 14, año V, otoño 1989, Orihuela (Alicante).
- “José Kozer: en el mundo del espejo o en el espejo de su mundo”, en Diario El Tiempo, Buenos Aires, diciembre 1989; y en Empireuma, nº 15, primavera de 1990, Orihuela (Alicante).
- “Todo poema es una intransferencia”, en El Caracol Marino, nº 136, nov-dic. 1989, Xalapa, Veracruz (México).
- “José Kozer y las certezas del espejo”, en La Jornada, suplemento cultural de Excelsior, domingo 1-abril-1990, México DF.
- “Roberto Juarroz y las indicaciones de los signos”, en Hora de Poesía, nº 69-70, mayo-agosto 1990, Barcelona; y en La Cultura en El Tiempo, nº 651, domingo 11-noviembre 1990. Azul, provincia de Buenos Aires (Argentina); y en Aleph, nº 77, abril-junio 1991, Manizales (Colombia).
- “Una aportación poética al lenguaje del bosque (a propósito de Ernst Jünger)”, en revista Aleph, nº 74, julio-septiembre 1990, Manizales (Colombia); y en Escritos, revista de la Escuela de Educación y Humanidades de la Universidad Pontificia Bolivariana, nº 21, vol 8, agosto de 1990, Medellín (Colombia).
- “Intelectuales: los mayordomos del poder”, en Dos Filos, nov-dic 1990, Zacatecas (México).
- "3 poemas de Estancia de los Detenimientos", en Prometeo, nº 22, Medellín (Colombia), 1991.
- “Cuando escribir poesía lleva un nombre corriente” (a propósito del libro "Ninguém" de Agustín María García Lópe), en Luna Llena, nº 1, primavera-verano 1991, Rivas-Vaciamadrid (Madrid).
- “Virgilio Alberto Vieira tras los indicios de la tierra”, entrevista publicada en La Cuerda del Arco, Sevilla, mayo 1991 (traducida por Agustín Mª García López)
- “José Ángel Valente; poeta en tiempo de miseria”, en Prisma, nº 39, III trimestre 1991, Bogotá (Colombia).
- “Motivos para José Kozer”, en Imagen, nº 100-86, febrero 1992, Caracas (Venezuela).
- “El poema nace del silencio”, en Prisma, nº 42, IV trimestre 1992, Bogotá (Colombia).
- "El poema está en las palabras; solo hay que sacar lo que sobra", en diario "8 Columnas", Toluca, México, 15 de noviembre de 1992, pag. 8.
- "Casimiro de Brito: entre el caos y la transparencia", revista Imagen Latino Americana, Caracas (Venezuela), 1993.
- “Lo que no me mata me hace más fuerte” (a propósito de Nietzsche), en suplemento La Mirada del diario El Correo de Andalucía, Sevilla, 13-enero-1995.
- “¿Qué queda de válido en Bosnia-Herzegovina?”, en el diario Ideal, Granada, 29-junio-1995.
- "3 poemas", en El Hipocampo, nº 1, Facultad de Filosofía, Sevilla, España, 2000.
- “El Museo Guggenheim, Caballo de Troya del lobby judío en Euskalerría”, en revista Handschar (Revista de Historia y pensamiento), nº 1, Primavera/Verano 2000, Lugo (Galiza), pp. 55-59.
- “El arte de dirigir en un mundo nihilista” (A propósito del libro de Antonio Medrano “Magia y misterio del liderazgo)”, en revista Handschar, nº 1, Primavera/Verano 2000, Lugo (Galiza), pp.47-51.
- “Kosovo o la guerra es la paz”, en revista Handschar, nº 2, Invierno/Primavera 2001, Lugo (Galiza)
- “Israel: claves de una situación intolerable” y “Los judíos y la vida económica (a propósito de Werner Sombart”, en revista Handschar, nº 3, Otoño/Invierno 2001, Ponteceso (A Coruña, Galiza), pp. 6-21, y pp 46-48, respectivamente.
- “Ernst Nolte y el pensamiento histórico-científico”, en revista Handschar, nº 4, Otoño/Invierno 2002, Ponteceso (A Coruña, Galiza), pp. 9-20.
- “La masonería y los modernismos islámicos”, en revista Handschar, nº 5, Otoño/invierno 2003, Ponteceso (A Coruña, Galiza), pp. 49-99)


Reseñas:

- Carlos Murciano, “Correo poético español”, en la revista Poesía de Venezuela, nº 95-96, enero-abril 1979, Caracas (Venezuela).
- Juan Cervera, “Antonio José Trigo, poesía y pintura andaluzas”, en el diario El nacional, México DF., 13-febrero-1980.
- Rubinstein Moreira, “Nueva poesía andaluza”, en El Diario Español, Montevideo (Uruguay), jueves 4-marzo-1982.
- Juan Collantes de Terán, “Poesía en Lora del Río” (a propósito de “La Piedra y el bosque de su efigie” de Antonio José Trigo), en ABC literario, 30-agosto-1986.
- Humberto Senegal, “la piedra y el bosque de su efigie”, en el diario El Quindiano, Armenia (Colombia), 6-febrero-1988.
- Orlando Materán Alfonso, “Acontecer cultural: La Cuerda del Arco”, en el diario la Religión, Caracas (Venezuela), 7-septiembre-1988.
- Ramón Reig, “Ha aparecido el tercer número de la revista poética La Cuerda del Arco”, en El Correo de Andalucía, 7-noviembre-1988.
- Ana Lilia Arias, “Antonio José Trigo, poeta y periodista”, en diario Punto y Aparte, Xalapa, Veracruz (México), 9-febrero-1989.
- Alberto Torés García, “Antonio José Trigo o el testimonio de los reflejos”, en La Gaceta, Málaga, 9-junio-1989.
- Humberto Senegal, reseña sobre el libro "Rapsodia de los oscuro ofreciente", en la sección “Letras y Letrados” del diario La Patria, Manizales (Colombia), 11-octubre-1989; y en la sección "Camino de los caminos" en El Quindiano, Armenia (Colombia), 7-octubre-1989.
- José Luis Zerón, “La estancia de los detenimientos de Antonio José Trigo”, en Empireuma, nº 17, año VII, primavera 1991, Orihuela (Alicante).
- Leo Magnino, “Estancia de los detenimientos”, en La Cultura nel Mondo, nº 2, abril-junio 1991, Roma (Italia).
- Sergio Campos, “Punto & Contrapunto (Sobre o ensaio: “Poesía fue una vez una realidad sin nombre, ahora es un nombre sin realidad de Antonio José Trigo), Cuadernos Do Mundo Manual, nº 1, ano I, Ilha do Gobernador, Río de Janeiro (Brasil), 1992.


Libro donde me citan:

- Ramón Reig, "Panorama poético andaluz en el umbral de los años noventa", Gudalmena, D.L., Alcalá de Guadaira (Sevilla - España), 1991.



Exposiciones de pintura:

- 1984: Muestra de Pintores Loreños, Lora del Río (Sevilla).
- 1986: Muestra de Pintores Loreños, Lora del Río (Sevilla).
- 1986: Colectiva, Galería Fuera de Comercio (Sevilla)
- 1987: Colectiva de dibujos, Colegio de Arquitectos (Sevilla).
- 1988: Individual en La Carbonería (Sevilla).

A propósito de “Reclamos y presencias del advirtiente”


Antonio José Trigo nació en Lora del Río (Sevilla) en 1961, autor de los poemarios “Rapsodia de lo oscuro ofreciente” y “Estancia de los detenimientos”, ahora ha publicado un nuevo poemario donde insiste en algunos de los temas y las formas de sus anteriores libros.
Una poesía cuidadísima, con un exacto sentido del ritmo, donde las metáforas dibujan un mapa poético lleno de nostalgia y humanidad. A. José Trigo se deja llevar de los símbolos que hay en cualquier mundo y hace una poesía precisa, y honda.

(Reseña aparecida en la revista “Magazine”, Madrid, marzo 1999, pág. 10)

5/12/08

Rapsodia de lo Oscuro Ofreciente



Rapsodia de lo Oscuro Ofreciente
(1985-1988)

(Publicado en Aquilea, Cuadernos de Poesía, Málaga, 1989)


Prólogo

Antonio José Trigo

Un poeta, otro poeta…, pero no otro más, sino uno muy singular.
En Antonio, el sevillano, hay un ancestral sortilegio, José; lleva en alma pájaros y en el apellido Trigo.
Se antoja un espíritu que deambula en la Astralidad, ataviado de Poesía y de Naturaleza.

Poeta del antes, después, antes y del fin, origen, fin, hace prevalecer su Luz airosa controversia con la oscuridad…, y vuela a la noche maternal.
El Creador no da Luz a cualquiera, sino a quien por Donura y Voluntad la busca; por eso Trigo, en su interior morada, la descubre y la evidencia aún envuelto en la transicional sombrura: “Rapsodia de lo oscuro ofreciente”.
De rima liberada, su verso es a menudo sin medida y sin ritmo regulados. Poeta que, aún sin conocerle en persona, cuando le leemos, pareciera impugnar: Soy tu espejo…, si me lees con detenimiento.
Se le advierte en el buril el permanente nexo con lo de arriba y lo de abajo, lo luminoso y lo grisáceo, y con lo oscuro; y un continuo y sutil nihil hace tictac en él, en su expresa sensación de “nada ser y no haber sido nada”.
Seguramente este poeta sí sabe de profundas reflexiones filosóficas y de numerosas claves culturales…, y se encompleja y se encomplica hasta borrarse casi su poesía, para tornarse Existencial Poeta Cósmico que trashuma por la tierra.
Dialecta, Afirma y duda. Y niega sin negar, aseverando. Es en sí mismo tesis y antítesis… Sin embargo, como que sabe dónde va…, como si, inexorable, lo extrajera una Luz. Siendo un poeta del más allá, su vigencia lo concreta acá, aunque esto pareciera Perogrullo. Dialoga con, e impacta a, quien lo lee.
Poeta buscador en pos de algo que quizá le espere en el próximo horizonte, pues, sin duda, escancia ya el agua de los míticos misterios; navega —en cuanto ave y no nave— libre e impromtu, este pájaro astral, cual sideral tormenta que sólo remansa en tanto descarga su inercia en el camino.
¡Leédle!, y no os arrepentiréis.

Juan Padrón
Miguel Hidalgo, D. F.
México, 1986.





A María Victoria



“La noche es un mundo que la misma noche alumbra”
Antonio Porchia


Fragmento I

Y en todo estabas tú…
Ahora tan sólo persiste tu encendimiento
con los bordes carcomidos por la sombra.
Tu palpitación, sitial de mis desgarramientos
donde aves de verano sorben
el agua de mi mirada
formulando otros silencios;
donde se deslíe en paisaje
el rumor implume con que giran
las alas vacías en mitad de la noche,
como en aquel tiempo antiguo
borrando los deslindes del sueño
en que de pronto sentíamos
convertirnos en piedra como el cielo.



Fragmento II

Antes de anochecer
—quieto tu cuerpo—
no sé qué paloma inacabada
punza mi piel con asedio sensitivo.

En la estancia inaplazada
se abalanza el oro fugitivo del reloj
que da la última hora: exacta cadena
de sesenta minutos negros
entre el ayer truncado
y el mañana predicho.

El mobiliario de puertas inconclusas
guarda los planisferios
que me conducen a ti, así lejana.

(El contorno de tu respiración azul
hiere la delgadez del espacio).

Al fondo, luz, suma dimensión,
total entrega.

Es el deseo de vuelta de otra vez
como las nubes innumeradas
sobre el torso azul de los caminos;
esas nubes (asimetrías obsesivas
del agua neutra; exangües pecios
de un gran naufragio),
que nos traen perdidas canciones de niño
en mil tardes inacabadas.

Coronada de rútilos incendios
en mí vienes como cayendo en no sentir,
mas, sólo me ofreces esta escritura dígita
de espejeante vaciedad,
de palabras temiblemente sordas,
que hoy mis manos ofician,
pues no tengo de qué vivir
a tu través anonadado.

Tú me inventas, te rehaces en mí.
Yo te nombro, excediéndome,
o aún mejor, me conformo
con acicalar tus mil colores abolidos,
de donde ya sólo me queda oír
el ruido de la sangre en la hierba
como un gran alboroto de pájaros;
ver pasar las nubes, el tránsito
de las nubes —culmen de mil rostros—,
con efímera ceremoniosidad;
ya sólo morir despacio
con la sensación implacable
de haber perdido algo para siempre:
una sombra de mí mismo,
un estridor súbito de ala sin pájaro,
que, como el borrador total del universo,
finca el cerco del molde que todo lo contiene.



Fragmento III

Con lento dolor algo amanece
dentro de la alta oscuridad
y se aleja sin volver por su orígenes
y se me pierde, flama de mis vigilias,
descendiendo, buscando el centro
en esta hora última —nudo de agonía—,
en que alumbro el deseo oscuro de ti.

¡Ah si pudieras ver en mi mirada,
no el largo surco de desmentida lluvia,
sino el cordel de lejanías
que ata el blanco esquivo de mis ojos
a la órbita negra de tu iris
o planeta múltiple salpicado de mar!

¡Ah si pudieras mirar la noche
estirar su ala dura
de vuelta de quién sabe qué mundos,
línea de mar donde el mar tropieza,
abierta para siempre a mis afiladas singladuras!

La luz a ciegas por extraños caminos
descubre el paso tranquilo de tu senda;
desgaja tu aire, tu aleteo de alondra
sobrevolando los largos arrecifes
de mucho confín adentro.
Luz increada que sobre ti columna,
encubriendo tu desnudez de río sin orillas.

Sólo de sí, hipnotizado en su vacío,
tu cuerpo toma del silencio la forma,
mientras en el cristal de lo oscuro ofreciente
aldabean las pupilas desnudas de los pájaros.



Fragmento IV

Golpeando los derrumbes de la luz,
vienes a mí, estibadora de mi sueño,
vienes a decirme al oído tu secreto
de materia solar sobre días frágiles;
tu secreto de piedra sedienta en torno del cielo,
de horizonte de agua acariciando
la rosa de las ruinas;
tu secreto que he de guardar
como el poema guarda la voz danzante
o como la tierra la semilla.

Mientras tanto, la danza, el rito,
que encierra acontecimientos primordiales,
agita del mar la luz nocturna
que me obliga a caer en lo vivido,
en la estancia sin idioma,
donde, a través de las palabras
que nacen para arder,
prefiero la condena a la duda
palpando el aire de no ser
más que sumisa ráfaga de ceniza.



Fragmento V

“Et la treille où la Pampre à la Rose s´allie”

Gèrard de Nerval


Una noche sin tiempo viborea
por el duodeno de tus meridianos
o círculos saviales,
y se esponja en arboledas de perdidos ojos.

Así, entre el pámpano y la rosa se bisela
el final de tu mirada, hasta el final de ti:
caudales transcorpóreos revelando
esa orilla muda que soporta el peso de las esferas,
porque siempre hay una rosa preludial
interpretando un gran salmo terrestre
contra el claro abismo,
contra la trepidación de la noche.
Una rosa que hacina
la médula de mis vértebras
buscando venas que acrecentar,
porque ya no soy mío
por morir de vida tuya,
y ya sólo me queda el júbilo ileso
de tu adentrado dominio de alas
para recorrer la cifra incierta de los bosques
—aciago declive de ceniza—, sin decir el mar.


Fragmento VI

Es por ti que la noche se vuelve maternal
residencia omnisilente, hoguera ahuecada.

Es por ti que el horizonte
es un ala trunca o frágil laja;
línea final o luz provisoria
que no cede bajo el agua.

Es por ti que en la espesa tiniebla,
entre las sombras iguales apresada,
la luz graba sus runas de oro
y descuella insospechados vuelos sin alas.

Gozoso aún, como empezando a irme,
a tu sombra —raíz aventada—,
por el huir o camino de verticalidad
a donde conduce el tiempo para verse ascua,
me pierdo y me reencuentro.
Si nada soy déjame en la nada.

Retomas para abrevar el fuego, el aire;
Para devolver a la tierra, al agua,
El espacio desplazado del fondo de la noche
Donde el esqueleto de mi voz descansa,
Donde cabes por prodigiosas exenciones protegida
De la nada de ser, de haber no sido nada.

¡Ah cuántas veces te he creído
creyendo ciertamente que vivir entraña
crecer sin cómplices, del otro lado ya de los sentidos,
como crece el cielo por negación de las alas,
o como crece el sueño que nunca acaba de ser
y que llaman vida por muertes aciagas!



Fragmento VII

Dime en qué confín tienes tu raigambre,
círculo obsesivo de la luz de todos los días,
donde todo parece estar fuera de sitio
haciendo constar a un tiempo su permanencia.

Tiempo logrado del aire, desde la claridad externa
que se abre como una mañana sobre lo inesperado
en la inminencia de las más pequeñas cosas.

(Piedras de solsticio abren tus ojos).

Hiende el aire en mar de noche
pequeños laberintos
como dados que ruedan por adentro y por afuera
del círculo azul del espacio.

Duerme el amor que entrega
mucho más de lo que entrega,
y la teoría de la luz
se rompe en sonidos claros.



Fragmento VIII

Somos dos alas como dos inundaciones
remontando un azul ya mudado
por encima de los montes recién abiertos.

Sobre la piedra del tiempo se oye
dilatarse en mil detonaciones
nuestro corazón corroído de estrellas.

Ya te me deshojas tras el cerco de los montes,
¡quedo tan lejos de mí por morir de vida tuya…!
Instante de abandono en que se es porque se ama.



Fragmento IX

Llueve, llueve en la nocturna encrucijada.
En tus manos las hierbas fantasmas dormitan
y en tus ojos como dos noches puntiagudas
un arco se tensa para asestarme
tu indefinición de bosque que nace sin cesar.

Por tu fulgor sonando alto se entraña el aire.
La brisa trae perdidos signos astronómicos
ya de vuelta, al eco de la luz.

Llueve, llueve en la nocturna encrucijada.
La luz sobre el musgo verde
trenza los sordos cordajes de la lluvia,
silenciando el pulso de este tiempo
donde borbolla tu gémina fosforescencia.



Fragmento X

Suena el azul balbuciendo
grandes bloques de aire
en la noche abierta,
esponsalicia.

Se encienden fuegos
de lentos cirios
al otro lado del espejo,
en el círculo henchido
o vórtice incontenible
que discurre en fuente,
en sueño sumersivo,
y se abren con calor
tus manos —raíces tensoriales—,
sobre lo efímero
del amor y de la noche.

Emerges al fondo de mí
hasta perderte,
hasta desatar tu eclíptica,
en el centro de ese centro
en donde reposa el sol y el aire,
que se desprende
de tus insomnes ojos
de aguas marinas
viniendo del continente
de los pájaros.



Fragmento XI

En torno del ojo azulfuego del bosque
la música —fuego petrificado—
se opone a la oscuridad cegadora.

Bajo tu sol los días crecen.
Sólo tienes que abrirlo
para yo vivir en orden libre
un minuto del no ser,
un exhorto sin destino;
para que todo, contra el tiempo,
cobre su justa proporción,
ya que vivir es un tránsito pensativo,
un estandarte de existencia pronta.

Todo termina en ti, fulgor transitorio,
donde el fuego hace un resumen del agua
y la tierra lo propio del aire.

Todo llega y pasa, lujo del espacio,
al otro lado del espejo, en el centro de todo,
en el fondo sin fondo de tu mirada
donde rescato marfiles de primeros impulsos,
donde oigo surgir de sí un oculto fervor de mar,
circular adentración, estrechumbre gozosa.

Tu cuerpo, a superficie ofrecida,
sólo se entrega al fuego de las horas
hurgando mi única certidumbre;
descubriendo en lo alto
el abismo que se abre en todo cuanto existe,
que no es lo que acontece,
sino lo que ha dejado de ser
por la quietud del fondo que me suma,
por el eco plural que me acecha.

Así, te acercas y te evades,
como un nocturno designio de pájaros
en la suprema audiencia de los árboles.

Mira que tú has nacido
sólo para saber que todo
en el aire es inconsútil habilitación:
la sostenida caída de todos los pájaros,
el sonoro pulso de las nubes
cercando el corazón de la lluvia,
y las inmemoriales lejanías
llegando al centro del espacio.

Así, en fuga, creces contra las imprecaciones,
contra los modos de ser prescritos.
Transcurres hasta la ardentísima cumbre
donde bulle o borbolla el centro de la luz
en cuyo leño se oculta el enigma,
la palabra o piedra de sacrificio
que se agota en la distancia inmóvil,
que te desvela, te define, te nombra.
¿Una palabra? Eres una palabra, sólo palabra,
que no está escrita, para decirse inacabablemente.

Heme aquí que, al pronunciarla,
siento la oculta furia
con que las cosas escapan de sus formas,
con que el azul se desploma en el aire,
con que la ceniza empaña el cristal del fuego,
con que la lejanía soslaya el color de la arena,
con que el mar se comba detrás de la lluvia.

Basta con pronunciarla, con invocarla,
sobre la rosa de la negación,
para saber quién soy y conocer quién eres,
pues, aun no siendo iguales en todas partes,
seguimos el mismo camino siempre.



Fragmento XII

Vienes a mí huyendo de tu huída,
pues todo lo que se fuga
borra todo trazo de retorno.

Llegas sin aviso, como el sol,
alma inquiriente, a pesar de la distancia,
como una forma de muerte
que circuye el itinerario de mis recuerdos,
y extiendes tu corazón
totalmente entregado al mío.

Tu mirada —cauce precursor— sostiene
todo el cuerpo de la noche,
se hace centro, danza helicoide,
fuera del imán de la niebla.

Ya dentro de ti no estoy para mí mismo.



Fragmento XIII

En este estar sin ser,
en esta difícil espera,
quién sabe de qué mundos,
piedra de fuego, tú llegas,
como el aire, resumen de cielo,
a mi noche entreabierta.

Dimensión de uno mismo
a sí mismo: lenta hilera
de adentrados espejos
por mis astilladas venas.
Crecimiento súbito de árbol.
luz que me sostiene y quema,
que me prolonga la huida
entre cielo y tierra.

Dentro, en el espacio desnudo
—inanidad de placenta—,
como un ondear,
como en una pared sin grietas
el ascendiente jazminero,
me deslío, piel de tiniebla.
Muero al mundo fugitivo
—ficción extrema—,
y se me abre el alma
y se me pierde a plena incandescencia.

Rodando, circulando, creciendo,
despojado de mí, ya sin huellas,
voy negándome sobre tanta ceniza
para ser un poco menos yo mismo en tus esferas.



Fragmento XIV

Ya la noche plena con su luz dentro,
tierra húmeda de días antiguos
donde yo quisiera quedarme por siempre,
donde todo no es, no transcurre,
como en impávido mar velero grácil.
Y al confín, la música
bajo el fondo del ser, despojadísima.

(Tus dedos: pájaros impacientes acaso
en el filo de las horas).

Ya el tiempo se nos va, se deshace,
curvando la corteza de la sonrisa,
para de pronto sentir que nos persigue el sueño,
que nos atraen, nos fascinan las cosas mudas,
las piedras olvidadas en cajas redondas,
y la libre musicalidad de las constelaciones.

Ah sólo tú, bienamada, sabes adónde va,
así ardiendo en silenciosas pausas,
el tiempo de todos y de nadie.

Así tú y yo buscamos, por extrañas tinieblas,
lo que fuimos una vez y ya no somos.



Fragmento XV

¡Luz, más luz! Dilución del ser,
giro precesional del que fluye música
girando locamente en torno de mi lugar único.
Siempre la luz, súbito espino,
ciñéndose a un trascielo
de fugaz corazón humano,
como un chorro de frágil cristal
que se trueca en ala y termina en abismo.
Siempre la luz derramando noche,
borrando las perspectivas,
ponteando el río de mi muerte
en álveo sumersivo.

Es el peso del alma en su órbita oscura
adensando el aire, techumbre del rocío.
Música cristalante ungiendo mis residuos verosímiles;
fronda dócil que se acrece y se niega
tan pronto como se disipa y desaparece
la transparencia que te ronda.

Angulo paraláctico el de la oscuridad
entre la esculturación de tus manos arboradoras
y el centro de la luz, con el tiempo dentro.
Casi no más que un espacio tardío,
racimo cenital de ínsitos azules
que se pierde de vista y que en sí vuelve,
pirosfera en expansión, a sumergirse
en la exánime oriflama de la noche.

Descienden del cielo los signos del zodíaco.
Corre entre mis huesos la vía láctea.
Tú me sigues, rondadora de adentros,
albor presentísimo, aguja mordiente.

Los pájaros y las flores
incursionan el equinoccio vernal
y se me va la existencia
y se eterniza la inicial avidez de mi infancia.

Despojado de mí, me transcribo
como un alquimista sobre las páginas del formulario
transcribe absortas efemérides,
en mi anhelo de ascensión
para llegar desde donde no estás.
Seguirte, estarte, serte, amurallarte,
para desasirme, abismarme, perderme;
descorrerte, desorbitarte, absorberte,
para aniquilarme, unirme y transformarme;
transcurrirte, resolverte y dejarte,
para darme, desvestirme y clarearme.
Perderme de mí mismo buscándote, buscándote,
florángela, advenir lucífero
en el juego oscuro de las navegaciones,
en este furtivo transcurrir por tus cauces ciegos.
Perderme cuando la noche carezca de espesor
y nada me sea ya sino secreto aliento,
eternidad ansiosa de estar en todo lo que existe.



Fragmento XVI

Recuerdo de tantas horas aquella noche,
primigenia provisión al entrar en tu desierto.
Aquella noche danzando en el zodíaco.
Tu noche o piedra sin tiempo.

Vuelan las sombras de los pájaros
detrás de cada esquina,
detrás de todos nuestros pasos
(todavía temen la luz)
y cuelga de tus alas la tercera orilla
de aquel río subterráneo o insomnio
disimulando su descenso
de agua inmóvil y sucesiva.

Aquella noche o pentagrama de fuego,
alúcida caja de prestidigitadores
donde se guardan rotos juguetes
de niños que nunca fueron;
polícromas piedrecillas de bulliciosas fuentes;
ramas caídas de paisajes inmóviles
y escaleras vitrificadas hasta el borde del cielo.

Atravieso la noche, ansia y duelo,
que se pierde con mi infancia,
donde aún resuena la llama de la tierra,
el corazón del bosque,
pero, ¡tú estás más allá!
Salgo a buscarte, a escuchar
tu pulsación de mañana
que cae una y otra vez como nube
sobre el duro camino,
para ser en el tiempo golpe de ala.

La eternidad, algo de tu mirada,
cae —nocturna alucinación— en mil estrellas.
La noche se vacía. Va a emboscarse
En el extremo límite.
No sé cómo seguir. Te vas de mí y me llevas.

otra manera de reír




otra manera de reír

(1989)


y aconteció que el poeta
ante la euforia de los mercaderes
se quedó riendo y siguió riendo
(uno siempre es digno de risa)
y dijo al mundo
sin celebrar nada concreto
que él vino no a decir
(un decir sin más de cualquier modo)
que todo pasa reducido a silencio
ni a escribir a este lado del paraíso
versiones ficticias de su vida
para la incensación de lo absoluto
no a descubrir los códigos
sin alternativa y su absurdo
ni al niño que todos llevamos
hacia la muerte
no a descubrir que la risa
es una manera de la lágrima
ni a hablar de una soledad
desde otra soledad

sino que vino como un nómada de carpa
para atravesar la ciudad dormida
donde el desierto crece
cercando la irremediable insidia
de los funcionarios que interpelan
aterrados heridos sitibundos
quienes deben estar a las ocho en la oficina
a precisar una justa causa para morir
mientras imploran sin más salida
que adjurar servidumbres amadas
ese poco de vida propia que en otros ha quedado
porque ¿quién que vive en la ciudad
con un dolor de plomo en la garganta
no ha tenido un amor que fue su ruina?


vino no a visitar el ágora
donde el canto asfixia
cansado de tanta palabra inútil
de quienes para esforzarse en la fuerza del deseo
saben dolerse tan de sí que su voz
truecan en pálido elogio de mármol
a punto de transformarse en reliquia
sino a poner fin a esta patraña
de reclamar alguna parte
en los litigios de máscaras
calzadas sobre máscaras
ensayando por oscuras callejuelas
no repetidos gestos de auxilio
de perdón o blasfemia
sino otra manera de reír
a quemarropa
porque ya no hay nadie que le asista
(todos se alambran el paso
de deseos jamás cumplidos)
de los tahúres los muy cabrones
quienes escondiéndose de sí
para tratar el asesinato del sol
demandan con ojos furibundos
y remendadas sonrisas
un destino sobre mármoles ilustres

deben comprender señores:
el poeta no hizo el sol a su imagen
ni la cadencia de su música definitiva
cerniendo la criba de los años
sino tan sólo la densidad implícita
que surge del discurso inconfeso del aire
y de sus arterias aún íntegras
no es naturalmente el dueño
de esa irrescatable música
pero sí es su interlocutor privilegiado
en el sentido mismo de saberse
en la trampa mejor de cada instante
la consonancia externa
de una metáfora delictiva
en el sentido mismo de reconocerse
como un vendedor callejero
que custodia tardes prolvorientas de azul
yendo y viniendo por calles de deriva
no siempre nombrables donde olvida
sus rostros y nombres sucesivos
en el sentido mismo de lo que es
cultivando los acuciosos herrumbres
que le envía la noche
con los que vela cumple
su palabra abierta al silencio
con un brillo de otro mundo
que resulta ser este mismo
sin intento ni designio ni mensaje

alguien puede alcanzar a oírla
mientras un buen vino alivia el paladar
porque no hace música anegadora
sobre los astros y sus posibles derivaciones
en trueque del cambio de escena y escenario
(no no es ese su propósito)
ni rescata orquídeas de niebla
de ninguna marea opalina
de canto provisorio
sino que sondea ciertas certidumbres
y sosiegos que envisca para vivir
como cuando uno desciende a mirar
una misma cosa con nombres diferentes
alimentada de implementos domésticos
sin caer en los apremios ilegales
sin que se oxide la ternura
por rancios desquites de suburbio

por eso lleva la mirada vacía
para llenarla de climas y de pájaros
y así poder entrar
donde recalan los deseos
donde todo ha de ser para ceniza
porque vino de la estación más alta de la lluvia
a sostener sólo un fragmento
de aquella primera hora solar
en que se levantaron las cosas
en desencajados templos

por eso aquí se queda
cara al corazón con sus señales
con su asombro nunca perdido
con sus manos ya desasidas
sin precisar voz ni luz ni tacto
sino a quienes gustan venir a ver el jardín
de la mano de alguien que no ama
la mirada clínica de sí mismo
que en otro ha ido formando

aquí queda con su inocencia antigua
huésped de cualquier ciudad sin tregua
en busca de algún rostro perdido
al cumplirse una cuota normal de actividades

así metido entre las gentes
antes que alguna tempestad secreta
le extravíe con su fuerza mayor
y le haga pasto de quién sabe qué sueños
(pobrecito ofendido que sería él)
antes que el justo tiempo humano
(esto es la condición necesaria
del álbum y del corazón
el claro enigma del pie sobre el cuello)
destruya toda demanda contra el olvido
con rabiosa alegría feroz alegría
el poeta vive la leyenda de la rosa
sobre la escalinata de la ceniza